| Porque la tarea no es cosa fácil. Se trata, para cada uno, de conquistar al elector, de inculcarle sus ideas, de embrollarle el cerebro hasta el punto de arrancarle su voto.
Esto, en lenguaje político, se llama ilustrarle.
Pero, como cada partido, y aun cada candidato, tienen la pretensión de ilustrar al lector a su manera, imaginaos la bella composición que se produce en la cabeza de éste. Se le lleva aquí, se le lleva allá, y generalmente vota sin saber lo que hace, cediendo a las consideraciones más extrañas del mundo.
La verdad es que hasta la fecha, el sufragio universal es para quien sabe entenderle. Es asunto de habilidad y de energía. Se recordará hasta qué punto el segundo Imperio se había apoderado de él. Durante dieciocho años mantúvose dócil bajo el látigo; y si la bestia se le escapaba hacia el fin, es porque él se volvía torpe y no sabía montarla. En la actualidad la República tiene las riendas; pero bastaría que cometiese la menor falta para que fuese lanzada al arroyo.
No hay instrumento menos conocido y que proporcione más sorpresa. Nuestros hombres políticos se sirven de él con visible respeto y miedo. Lo cual se adivina en las precauciones que toman, en los hacen cada vez que se verifica el escruținio, Şi enormes esfuerzos que