¡Pensamientos de alas blancas! Ni gimamos ni roguemos
Como un tiempo, y en los mundos luminosos penetremos,
En donde nunca resuena la débil voz del caído,
En donde el dorado sueño para en realidad segura,
Y de la humana flaqueza sobre la inmensa amargura
Y sobre el amor que mata sus alas tiende el olvido.
Y, sobre todo, el verso alejandrino, reconquistado y llevado a punto de flexibilidad por los poetas modernos de España, quitándole las ligaduras con que lo domeñó el maravilloso Zorrilla, y haciéndole apto, no sólo para el alto vuelo ditirámbico, sino para toda sensación y todo matiz, el verso alejandrino triunfa en Rosalía Castro, que casi siempre lo asonanta, en toda su íntima y humana amplitud. Leed estas estancias, que pueden compararse por la técnica y aun por el pensamiento a algunas de Rubén Darío en Cantos de vida y esperanza; que pueden competir con las mismas Stances, de Juan Moreas, creación de las más puras y perfectas en la poesía francesa contemporánea:
De la vida entre el múltiple conjunto de los seres,
No, no busquéis la imagen de la eterna belleza,
Ni en el contento y harto seno de los placeres,
Ni del dolor acerbo en la dura aspereza.
Ya es átomo impalpable o inmensidad que asombra;
Aspiración celeste, revelación callada;
La comprende el espíritu y el labio no la nombra,
Y en sus hondos abismos la mente se anonada.
Esta imagen de la eterna belleza es la que buscó