Página:Encuesta feminista argentina.djvu/42

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

LA MUJER A 1 1

obligar a la sociedad y al Estado al reconocimiento amplio, in- discutible, de los derechos de la maternidad como función so- cial, y de los deberes de la colectividad hacia ella, como carga común obligatoria; al reconocimiento forzoso de esa contribu- ción social, tan dolorosa, tan pelierosa, y por cierto mucho más eficaz, ineludible y permanente que el cacareado servicio militar con que los hombres pretenden escudar el abuso que vienen eo- metiendo por siglos y siglos, de arrogarse todes los derechos y todas las prerrogativas nacionales. En nombre de ese servicio militar, que sólo desempeña alguna vez, y que muchos sólo co- noeieron por las crónicas, el hombre se ha apropiado del de- recho de regir la marcha del Municipio y del Estado, de dietarle sus leyes y decretarle sus ordenanzas. Pretextando ese mismo servicio, de suyo ingrato y antipático a la mujer, se la ha ex- eluído de la administración pública, olvidando conscientemente que ella desempeña otro servicio más que equivalente a aquél, y que es, en suma, el que, al precio de la vida alguna vez, y siem- pre a costa de largos meses de afanes y dolorosa espera, a costa de brutales e injustos sufrimientos, arroja a la vida esos brazos que habrán de desempeñar el famoso servicio militar.

Esto es lo que queremos: Reivindicar los derechos de ia mu- jer como unidad social.

Como sér que pertenece a la colectividad y aporta el tribu- to de su trabajo, paga las contribuciones y eontribuye a la cons- titución del erario público, justo es, pues, que sea llamada a de- cidir de su inversión, a discutir sus presupuestos y a disponer sus rentas, determinando entradas y salidas, ya que no se la exime de la obligación de contribuir a eonstituirlos. Puesto que está sujeta a leyes y ordenanzas, justo es también que to- me parte, por sí o por sus representantes, cuando se confeccio- nan esas leyes y se dictan esas disposiciones, a las que ella, al igual de los otros, habrá de obedecer.

Y si como unidad social pretendemos para la mujer esos de- rechos, con mayor razón, con mayor justicia, con mayor impe- rio, los pretendemos para la mujer madre, varias veces en su- ma, unidad social, puesto que tiene entre sus manos, como lle- va en su sentrañas, el destino futuro de la raza; puesto que es a ella que está en esencia encomendado el porvenir del país, y que de sus manos, de lo que ellas forjen, de lo que ellas sepan modelar, dependerá la marcha de la generación siguiente, en cuyos ignotos destinos se confunden los destinos de la patria!