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ExcursTa FEMINISTA ARGENTINA

Estas son nuestras aspiraciones, éste es nuestro vasto pro- grama, del qne año tras año iremos devanando una madeja, como se van colocando una tras de otras las piedras con que se construyen los más grandes edificios _ Educación de la mujer como sér equivalente del hombre, uti- lización de sus actividades en todos los ramos de la labor huma- na, donde sea capaz de utilizarla—y la guerra actual nos ha de- mostrado que lo es en todas, aun en aquellas que siempre le fue- ron negadas;—remuneración equitativa del trabajo femenino so- bre la base de igual salario para igual trabajo, que ni el arte- facto ni el esfuerzo tienen sexo; elevación y dignificación edu- cativa legal y social de la maternidad, como el más grande de los destinos que sea dado desempeñar; defensa legal de la in- fancia, ese crisol ¡lesamparado donde se forjan los destinos del mañana; lucha sin tregua a la inmoralidad, al juego, a la por- nografía y a la prostitución, lacras sociales que retrotraen a la mujer al tiempo de las naciones bárbaras, con su infame séqui- to de esclavas, y que destruyen en el alma de nuestros adoles- centes los sanos principios de moral y honestidad, que durante varios años vamos sembrando y cultivando con inquebrantable constancia: guerra al alecholismo, que destruye la salud de las generaciones venideras; guerra a la guerra, la más espantosa de las catástrofes, que nos roba nuestra felicidad y nuestra cal- ma, que destruye la obra en que hemos puesto toda nuestra ¡ju- ventud y todo nuestro amor, ¡nuestros hijos! bajo el imperio de una locura de sangre y de exterminio, que periódicamente asalta como una reminiscencia ancestral, el corazón y el espí- ritu de los hombres.


El vastísimo programa del feminismo mundial se va desenvol- viendo en cada país. en la medida de la actividad y de la edu- cación de sus mujeres.

Los Consejos Nacionales femeninos deben zer la expresión de esa obra de combate por levantar y dignificar el sexo a la mis- ma altura social y legal que el sexo masculino, con los mismos derechos para cumplir equivalentes deberes.

Nuestras hermanas americanas del Norte luchan hace más de cien años por conseguirlo. Las valerosas mujeres de Fran- cia y de Inglaterra combaten casi desde igual tiempo. Las mu- jerea de las otras naciones las siguen en su marcha penosa ha- cia la cumbre del triunfo, para el que, en estos cuatro años de

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