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ENCUESTA PEMINISTA ARGENTINA

ehos y su felicidad familiar e individual; o mejor dicho, por tales consecuencias es que merece la condenación airada del Va- ticano, siempre intolerante y dominador, que teme se emancipe el om instrumento de su influencia y predominio.

TIT

Hasta hace poco liempo, se mantenía proscrita a la mujer de toda función gubernativa, legislativa y judicial, — como asimismo de complicadas y difíciles profesiones científicas, tareas fabriles y rurales, por considerarla sin la inteligencia y el vigor necesarios para esas actividades, casi monopolizadas por el hombre; y también por reputarse que el rol primordial de la mujer era el hogar, los quehaceres domésticos, el gobier- no de la casa, la simpatía amorosa al marido, la educación de los hijos, algunas funciones earitativas y los esparcimientos sociales, tentros, bailes y sports adecuados para su sexo. Se pensaba que con este alejamiento de las ocupaciones viriles y su consagración a esfuerzos menos duros y más refinados, au- mentarían sus atractivos sentimentales, en pro del amor ecn- yugal y de la cultura virtuosa de los hijos. Este modus vivendi a que habíamos llegado respecto del rol de la mujer, signifi- caba algún progreso en las costumbres y cierta emancipación laica ereciente, con desagrado de la Iglesia; pero todavía com- pletamente excluída de la democracia y del trabajo fabril en proporción considerable.

La formidable conflagración hélica mundial, y el teiunfo de los países de mayor progreso y consideración a la mujer, — ha exaltado sus múltiples aptitudes para el trabajo, para el esfuerzo moral y cívico que requiere la defensa nacional y las campañas más rudas, tenacos y prolongadas, — proclamán- dose la emancipación política de la mujer y su derecho de su- fragio, concurriendo cantidades de millones de votantes feme- ninos para elegir congresaleg y aun para ser elegidas las da- mas sobresalientes por sus prestigios y aptitudes. Esta evolu- ción enorme y sorprendente. se ha impuesto después de haber «oinprobado la mujer que, en medio de los estragos de una gue- rra espantosa, ella mantuvo las energías y habilidades mara- villosas, aun para las industrias de guerra, y un temple moral admirable para el valor colectivo, que llegaba al heroísmo en momentos supremos, ya en el aislamiento de las campañas y aldeas belgas, francesas, italianas, serbias, polacas y rumanas, ya en las grandes metrópolis, como París y Londres, sometidas



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