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VIRGILIO.


XCIII.

Y áun vos, reliquias del rebato griego,
¡Oh Teucros! Ya ambas huestes férreos lazos
Con caudillos iguales, igual fuego
Traban, y abrevian de la lid los plazos:
Apremian los de atras; el tropel ciego
Menear no permite armas ni brazos;
Y á un punto acorren con vigor pujante
Contrarios entre sí Lauso y Palante.

XCIV.

En edad uno y otro floreciente,
Ambos son en belleza singulares,
Émulos en fortuna, ¡ay! que inclemente
Tornar les veda á los nativos lares;
Mas el Rey del Olimpo no consiente
Que lleguen á medir sus fuerzas pares:
A mayor enemigo reservados
Marchan los dos bajo terribles hados.

XCV.

A Turno su divina hermana exhorta
A que salte, y auxilio á Lauso preste;
Y él, á su voz arrebatado, corta
En carro volador la armada hueste,
Y, á los suyos mirando, dice: «Importa
Que treguas deis: yo lidiaré; sea éste
Combate singular; Palante es mio.
¡Asi viese su padre el desafío!»