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VIRGILIO.


CLXXXIII.

Desde el muro matronas y doncellas
Negras púas y recios leños tiran,
Si aceros faltan, y á seguir las huellas
De la Amazona intrépidas aspiran.
Puro amor de la Patria tanto en ellas
Hace, que sólo á defenderla miran
Tendiendo el cuerpo, y cada cual espera
Morir en el empeño la primera.

CLXXXIV.

En este medio allá en los escondidos
Senos del bosque á Turno desconcierta
Nueva cruel que lleva á sus oidos
Acca en gran turbacion:—Camila, muerta:
Los Volscos, destrozados, destruidos:
Del enemigó la victoria, cierta;
Suyo el abandonado campamento:
El terror á las puertas de Laurento.

CLXXXV.

El mancebo al instante ardiendo en ira
(No sin que á ello en su daño le persuada
La voluntad de Jove) se retira
Del agrio bosque y pérfida celada.
A tiempo que él de nuevo á sus piés mira
Dilatarse los llanos, la evacuada
Montaña Enéas penetró, la altura
Supera, y sale de la selva oscura.