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ENEIDA.


CLXXVII.

Tiende á Turno, de forma tan provista,
El ominoso vuelo y se alborota
Pasando y repasando ante su vista,
Ycon las alas el broquel le azota.
Terror secreto al mísero contrista
Yde los miembros el vigor le embota;
El cabello erizado se levanta,
Anúdase la voz en su garganta.

CLXXVIII.

Luégo que hubo Yuturna, en el sonido
Yen el batir fatídico del ala,
De léjos á la Euménide sentido,
De hermosas crenchas la esparcida gala
Rasga, hiérese el pecho dolorido,
Yel rostro ofende, y su dolor exhala
En voces tales: «¡Ay! en vano, en vano
Ya ayudarte querré, mísero hermano!

CLXXIX.

»¡Cruel fuérzanme á ser! De hoy más, ¿qué espero?
¡Yqué! ¿de prolongar, Turno, tus dias
Arbitrio no me queda? ¿Aqueste agüero
Deshacer no podrán las fuerzas mias?...
¡Cesad, cesad en vuestro azote fiero;
Ese vuelo, ese grito, aves sombrías,
Harto conozco y me atormentan harto!
Ya os obedezco, y de la lid me aparto.