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ENEIDA.
LIV.

»Llamé al remo; y dejamos, con suspiro
Del batido oleaje, las arenas;
Pronto las cumbres de Feacia miro,
Y tórnanse á esconder, vistas apénas.
Llegamos al Caonio puerto, á Epiro
Costeando, y pedimos las almenas
Excelsas de Butroto. Aquí una nueva
Dichosa hallamos que increible eleva.

LV.

»Oigo que en griego territorio impera
Heleno, hijo de Príamo, debido
A ser de la vïuda y heredera
De Pirro, nieto de Éaco, marido;
Que así el antiguo rango recupera
Andrómaca. Turbado, conmovido,
De amor llevado, de ansiedades lleno,
La playa dejo y flota, y voy á Heleno.

LVI.

»Hé aquí con sacros funerales dones,
Ántes de la ciudad, en selva umbría,
Cabe un fingido Símois, libaciones
Al caro polvo Andrómaca ofrecia;
Y los manes con tristes oraciones
A la tumba llamaba, que vacía
De verde césped, á Héctor dedicara,
Y una, motivo al llanto, doble ara.