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ENEIDA.
CXVII.

»Yo en sueños ví que antorchas esgrimia
La sombra ilustre de Casandra fiera,
Y, «A Troya aquí reedificad!» decia:
«Ésta, ésta es nuestra patria verdadera.»
No consiente demoras, á fe mia,
Tan gran vision, ni la ocasion da espera.
Hé aquí ofrezco á Neptuno cuatro altares:
¡Hachas dános y ardor, Dios de los mares!»

CXVIII.

Dice, y de fuego resplandece armada;
Alza la mano, y de piedad desnudo
Flamígero tizon lanza á la armada;
Pásmanse todas con asombro mudo.
Pirgo, entre ellas en años avanzada,
Que á la prole de Príamo fué escudo,
Nodriza á tantos hijos oficiosa,
«No es de Doriclo,» dice, «no, la esposa;

CXIX.

»Ni es sér mortal, matronas, lo que veo:
Notad de insigne majestad señales,
El porte, de la vista el centelleo,
Voz divina y fragancias celestiales.
La retea Beroe su deseo
De hacer á Anquíses honras funerales
Con nosotras aquí, distante ahora
(Yo enferma la dejé) frustrado llora,»