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Página:Ensayo sobre el hombre (1821).djvu/20

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lanza sobre la presa[1] hasta el podenco que sigue su rastro con tanta sagacidad! ¡En el oido; desde los peces que vagan por las profundidades del océano hasta las avecillas que gorjean en los bosques por la primavera! ¡Qué exquisito tacto el de la araña! el mas leve toque mueve todos los hilos de su tela, como que vive atenida á la sutileza de su obra. ¡Qué sentido tan delicado y seguro en la solícita abeja para extraer un rocío agradable y balsámico hasta de las yerbas venenosas! ¡Qué diferencia de instinto entre el cerdo que se revuelca en el fango, y entre tí, elefante medio racional! ¡Qué débil antemural es el que hay entre el instinto y la razon, los cuales parecen estar siempre tan cercanos, y están para siempre separados! ¡Qué alianza tan íntima entre la memoria y la reflexión! ¡Qué pequeña separacion entre la sensacion y el pensamiento! ¡Cuánto tiran á reunirse aquellos seres partícipes de una naturaleza media, y sin embargo ja


  1. El modo de cazar que tienen los leones en los desiertos de Africa es dar un fuerte rugido al anochecer, el cual espanta á todos los animales, y por el ruido que van metiendo en su huida seguir la presa con el oído mas bien que con el olfato.