mismos Reyes, pues con prerrogativas de tanta monta resultaban los Duques harto poderosos para vasallos.
Opinan algunos historiadores que el Rey Católico dispensó las aludidas franquicias con el ánimo decidido á no respetarlas; pero la conducta ulterior del Monarca español durante los diez y ocho años que reinó en Portugal autoriza á considerar destituida de todo fundamento tan afrentosa suposición.
No había además motivos, aparte de las razones de previsión que jamás deben desoir los gobernantes, para tratar á los Portugueses con más rigor del que Felipe II quiso usar y usó para con ellos; pues en realidad no existían entre Portugal y Castilla menores vínculos que los que aproximaban á este último Reino á los de Navarra, Aragón y Valencia y al Condado de Barcelona. La raza portuguesa es á no dudar nuestra misma raza; nuestras lenguas semejantes y afines; Camoens escribía maravillosamente el castellano, en