acostumbraba juzgar las del prójimo, fueron la principal razón del desprecio con que miró el Privado los primeros chispazos de la insurrección portuguesa. No podía creer el Conde Duque capaz al Procer portugués de nada grande y arriesgado ni quería avenirse á considerarle capaz de despertar el entusiasmo de los portugueses, pero olvidaba ó desconocía las raras aptitudes que para la seducción y la intriga atesoraba la ambiciosa duquesa de Braganza Luisa de Guzmán, española de nacimiento como hermana que era del jefe de la ilustre Casa de Medinasidonia.
No tenía en cuenta Olivares tampoco los escasos medios represivos con que contaba en España para someter á los revoltosos ó, tal vez por estar harto convencido de la escasa cuantía de sus aprestos militares, trataba de engañarse á sí mismo acariciando la loca esperanza de apaciguar por procedimientos pacíficos los irritados ánimos de los Portugueses. Tardo en las decisiones é indeciso en