ingeniosos como indolente para ejecutarlos, sobre todo cuando consideraba el peligro remoto todavía. Cifra de las cualidades y de los defectos culminantes de la raza, parece el Conde Duque contemplado á través de una crítica imparcial y madura, digno antepasado de los ingenios que vemos todos los días señalar con elocuencia las llagas sociales y proponer con ingenio los sistemas para curarlas, ante las mesas de los cafés entre el humo de los cigarros y las carcajadas y réplicas de los amigos.
Ya cuando estallaron los sucesos de Evora, precursores del general levantamiento del Reino vecino, anduvo asaz remiso el Conde Duque en dejar tranquilamente en sus tierras al de Braganza, á pesar de las sediciosas aclamaciones que había dirigido la plebe amotinada á aquel inepto magnate. La excesiva benevolencia con que Olivares juzgaba las propias dotes intelectuales y el rigor excesivo, aunque justo en este caso, con que