hechos la notoria injusticia de los cargos que S. S. ha formulado aquí contra esas beneméritas mujeres. Comparaba S. S. la caridad de las Hermanas con el laudable celo de los enfermeros y practicantes y, de buena fe sin duda, tenía el valor de atribuir más mérito á este celo que á aquella virtud sublime. No sería difícil demostrar por medio de la enumeración de frecuentísimos casos, que la abnegación de las unas supera á la solicitud de los otros; pero renuncio á abusar de vuestra paciencia con el empleo de este medio de prueba y me atrevo á tener la generosidad de concederos que Hermanas de la Caridad y enfermeros seglares sean igualmente asiduos y celosos en el exacto cumplimiento de su misión filantrópica.
Pues bien, así y todo, yo os afirmo y yo os pruebo que es infinitamente más meritoria, es infinitamente más heroica la conducta de las Hermanas de la Caridad.
En efecto: para juzgar del valor ético de una acción humana no es posible prescindir del