deleznable de la moda ni otro mérito que el atildamiento del estilo de su autor discreto. Pasada la moda y desacreditada la Retórica, vese ahora con perfecta claridad la endeblez estética de aquellos ensayos bucólicos.
Mucho más vigorosa y en sus albores más sincera, fué la escuela pesimista de Leopardi, Byron y Espronceda; pero se amaneró después bajo el dominio siempre funesto de los imitadores y, en el día, pasados ya el momento y la razón del Romanticismo, sería inoportuno tratar de resucitarla. Cultívanla aún, sin embargo, los fracasados en la lucha por la vida y degenera en un escepticismo completamente anarquista en ciertos espíritus fuertes á la moda, que gracias á Dios son ateos.
El humorismo campoamoriano que sinceramente admiro y al que es fuerza reconocer originalidad y hasta gracia, tiene algo de burgués que no me seduce y está muy lejos de despertar en mi alma esa simpatía inefable