ausencia de amaneramiento en el alma noble del Sr. Mesa, y conocida la falta de motivos que tiene para estar quejoso de la vida, sólo cabe explicar la tristeza y el desaliento que se desprenden de los relatos de nuestro autor, por la influencia no siempre beneficiosa del ambiente intelectual que hoy se respira en España.
La juventud española siente herido el amor propio nacional por los recientes desastres y compara nuestra actual postración con el creciente desarrollo de las energías sociales en otros países más venturosos; y vehemente é irreflexiva más que otras juventudes, achaca los infortunios de la patria á la desemejanza que advierte entre las manifestaciones de nuestra mentalidad y los frutos del intelectualismo extranjero, y sin pararse, en la fuga de sus ímpetus lozanos, á discernir circunstancias, no ve mejor camino para seguir los que ella cree buenos ejemplos, que obstinarse en una imitación cuyas consecuencias en