negaciones el asenso mismo que ellos han decidido negar á las razonadas afirmaciones de los doctos, y creen á veces que es la argucia más discreta para velar la propia ignorancia, declarar la guerra en ampulosas vaguedades á lo que ellos en absoluto desconocen ó á lo sumo han estudiado de modo por demás rudimentario y somero.
Así vemos á los jefes del modernismo incapaces de grandes indignaciones y de entusiasmos sinceros, sin que nunca logren comunicar al lector fe en nada ni aprecio de cosa alguna, por virtud de la energía concionante de sus versos.
Parece como que esos superhombres estiman que no hay nada que acabe la vida tanto como las emociones profundas y que, avaros en la práctica, de la vida que desprecian teóricamente, la cuidan con solicitud de enamorados y se esfuerzan porque no venga á amargarla ninguna impresión honda y fuerte.
Quizás me asalta el temor de que esos