importancia á las virtudes y de exagerar los defectos.
Cabe culpar de estas tendencias, harto molestas para nuestro patriotismo, al temperamento de los autores, más capaces de sentir estímulos á la risa en la contemplación del aspecto débil de la naturaleza humana, que entusiasmo por las virtudes ante el espectáculo consolador de la resignación en las adversidades de la vida y del desinterés en las penurias, de que dieran constantes y conmovedoras pruebas nuestros ejércitos en Flandes, en Portugal y en Italia.
Tampoco sería gran dislate achacar el pesimismo de los novísimos literatos á la predisposición de sus ánimos para deducir de premisas sentadas por nuestra actual decadencia, conclusiones poco lisonjeras á nuestra grandeza pasada.
Acaso quieran los aludidos escritores justificar los malévolos juicios que aventuran sobre los compatriotas de antaño, por una de