partidarios del orden y los fervorosos anhelos de los que soñaban con la posibilidad de la coexistencia de ambos tentadores ideales.
En la segunda época de Núñez de Arce, en la época académica, el poeta abandona el palenque de la lucha y se encierra en el gabinete, madura en el silencio estimulante de la biblioteca las ideas adquiridas en desordenadas y casuales lecturas durante su agitada vida de periodista, evoca las horas transcurridas bajo el cielo del país natal en los albores de la adolescencia, ó siente la tentación de cantar á los héroes del arte y de la Historia. Entonces es cuando escribe sus celebrados poemas El Vértigo, Maruja, La pesca, La última lamentación de lord Byron, Un idilio y una elegía, La visión de Fray Martin, Raimundo Lulio, La selva oscura y Sursum Corda; describiendo en unos campestres y familiares escenas, ya en la precoz Primavera, ya en el provecto Otoño, ora á la luz terrorífica del Relámpago que fulgura en los peñascos de la costa, ora en medio del