divirtiera al leerle y que derrama burla burlando á raudales el copioso caudal de su cultura entre risas y donaires, tan distantes de la pesadez con que apelmaza el erudito la prosa de sus disertaciones, como del rudimentario procedimiento que el cronista emplea para interpolar no digeridos episodios ó apotegmas en el artículo de algún periódico.
En la polémica es acaso donde más descuella sobre cualquier otra excelencia el señorío del insigne maestro: el calor de la controversia no perturba jamás lo claro de su juicio ni aminora la elegancia de sus pruebas; el entusiasmo con que defiende la propia opinión no se traduce nunca en el menor asomo de ofensa á la persona del adversario ó de menosprecio hacia las ideas que el contradictor mantiene. En ningún otro escritor se puede alabar tanto como en Valera la tolerancia con las doctrinas más opuestas á sus gustos y convicciones; nadie acogió con mayor benevolencia que él, estupendas extravagancias;