español era tanto como la de ciudadano romano para los numerosos subditos de Augusto, y convencidos los Monjes y Prelados del papel importante que á nuestra nación designara la Providencia en la defensa de la entonces combatida pujanza del Catolicismo. Hasta tal punto obispos, frailes y magnates consideraban cuestión de honor para España el mantener su influencia en Flandes, en Italia, en Alemania y en el mundo entero, que en el fondo veían con buenos ojos la obstinación con que derrochábamos en aras del esplendor de la casa de Austria, la plata de Méjico y el oro del Perú. Puede decirse, por lo tanto, que Olivares había adoptado en política una orientación aplaudida ó cuando menos aprobada por las clases más influyentes de la nación, entre las cuales, si tenía enemigos el Valido, era más por los favores que éste alcanzara de la Real Persona que no por los ambiciosos proyectos que él forjara para la dirección de los públicos negocios.
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