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-ñada de mi confesor y me dirijí al Brasil de donde pasé a Europa.
Regresé a los nueve años y ya no encontré familia en Buenos Aires; mis pobres viejos habían fallecido!
— Y él, le pregunté, ¿qué se hizo?
— Me abandonó en Marsella... los curas son como todos ustedes... pan para hoy y hambre para mañana!