jarro achicador y un cacho. Nuestro menu se componia de carne fria, a la marinera, charqui machacado a la piedra, queso a la Almirante i dos botellas de Burdeos; pero todo esto sazonado con el mejor buen humor i alegría, i mas de un gourmand nos hubiera envidiado.
Ora sondando, ora ejecutando operaciones para el levantamiento del plano, continuamos hasta las seis i cuarto de la tarde, hora en que hicimos rumbo al muelle.
El señor Lazo, cada vez que se echaba el plomo al agua, miraba correr el cable con ávidos ojos. Es que alguno habia dudado de la exactitud de la profundidad que habian hallado con el señor Sotomayor. Así es que, la primera vez que el plomo arrastró doscientos metros de cable, no pudo contener su satistaccion, y cuando alcanzó la mayor profundidad,—279 metros,—su entusiasmo no tuvo límites; un grito de placer se escapó de sus labios, i ajitando al aire su sombrero, esclamó:
—No ven como tenia mas de doscientos metros!
A las siete, hora sacramental, llegábamos a las carpas.
En la mesa, cuando el Intendente supo la profundiad que se habia encontrado al lago, pidió el vino de las grandes festividades i que se bebiera una copa en honor del señor Sotomayor, entónces en comision con los señores Carvallo i Guerrero, en el Diamante, i del señor Lazo, primeros esploradores de la preciosa laguna.