Nadie hizo alto en lo que el buen montañes decia, pero yo me guardé in petto mi curiosidad i dejé para ocasion mas oportuna el satisfacerla.
Si no hai peces en la laguna, pululan, en cambio, inmensas caravanas de aradores de un color avermellonado i tan pequeños como los granos del aserrin, formando manchas parduscas de grande estension, sobre todo, al oeste. Estas manchas contrastan singularmente con el hermoso color azulado de las aguas, i a los rayos del sol, la superficie del lago parece un rico tisú tornasolado.
Ademas de estos pequeños aradores, hai, cerca de las costas, pero en corto número, otros de mayor tamaño, de un color gris i mui parecidos en su forma a los chanchitos que aparecen en tierra en los lugares húmedos.
De cuando en cuando se acercaba también alguna atrevida vizcacha (Lagatis criniger), esa ardilla de nuestras montañas, i unos cuantos polloyos, únicas aves de la Laguna, se zabullian al percibir a los intrusos. Lo que es de huanacos, no se encuentran ni vestijios en todos esos contornos.
Poco ántes de las cinco, se habia terminado el trabajo i desembarcábamos frente al campamento.
Como aun no hubiesen llegado las otras dos subcomisiones i no hubiera nada que hacer, busqué al campesino que nos habia servido, para que me contara el por qué de su creencia de que en el fondo de la Laguna hubiera casas i riquezas.
Temiendo que fuera una burla, negóse al princi-