cos que se nota a cada paso, han sido, en un tiempo, impenetrables bosques, i en donde actualmente apénas crecen raquíticos renuevos de olivillo.
La devastacion de los bosques, aquí como en todas partes, ha dado productos cuya importancia está en razon inversa con los males que ha producido. El provecho que con su quema se ha obtenido ha sido insignificante, al paso que los perjuicios son incalculables, i hasta cierto punto irremediables. Por de quiera se ve cauces secos, que, a juzgar por su magnitud, han sido de arroyos importantes en un tiempo. Estos arroyos indudablemente que fueron alimentados por las filtraciones de los terrenos contiguos, cubiertos un dia de bosques, i que ahora presentan una delgada capa vejetal que cada invierno reduce mas i mas, i que acabará por desaparecer por completo. Este espectáculo entristece i apena.
Pero esta devastacion no solo ciega los arroyos que alimentan a los rios, si no que contribuye a disminuir las lluvias i a cambiar las condiciones climatolójicas de la rejion. En efecto, las aguas que en forma de vapor se desprenden de las llanuras i del mar Pacífico son arrastradas por los vientos del Oeste i Sudoeste, dominantes en nuestro pais, a las cordilleras, en donde, no encontrando nada que las atraiga a su paso, van a caer a la vecina república, produciendo, en su contacto con los vientos cálidos del norte allí dominantes esas tormentas que tanto aflijen a aquella agricultura. Es seguro que, al paso que nosotros nos quejamos de falta de lluvias, nuestros vecinos han visto aumentar el caudal de las