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sobresueldo. Una vez apercibido de quién era el revoltoso, lo hice asegurar en la guardia de Calbuco mientras terminábamos nuestros aprestos, cortando así la propaganda i manifestando al resto de la jente lo que podian esperar si en el momento de la partida manifestaban sus torpes instintos. Mas esto no fué suficiente. Llegado el momento de salir, ordené al contumaz se embarcase; pero no solo se negó a ello, sino que llegó al mas alto grado de insubordinacion, patrocinado a la vez por otro bogador de la segunda chalupa. Tal estado de cosas no era posible tolerar i ordené al resto de los bogadores el embarcarlos por fuerza: éstos tambien desobedecieron, manifestando así una insubordinacion completa, i, hasta cierto punto, acuerdo unánime para frustrar nuestro viaje.

Impuesto ya personalmente del estado de cosas que nos rodeaban, era necesario recurrir al recurso estremo; el palo. Tomo un vechero i lo descargo sobre el insolente tantas veces como fué necesario para que obedeciese. Esta triste leccion sirvió al resto de la jente para lo sucesivo, evitándonos durante nuestros trabajos toda clase de disgustos i de contrariedades. Talvez se dirá que este incidente hubiera debido relegarlo al olvido por interés propio; pero estoi convencido de que para los que como nosotros se hallan a merced de jentes desconocidas, un palo dado con justicia, en tales casos, vale mas que un curso de moral.

Seguimos nuestro viaje, i al llegar al paso de Tautil, el norte refrescó mucho i la lluvia aumentó de intensidad, obligándonos a alojar en la casa Mita de San Agustin, alojamiento que ya habíamos ocupado en otras ocasiones.

El 11 a las 10h30supm de la mañana, habiendo mejorado el tiempo, dejamos el alojamiento dirijiéndonos a Quetrulauquen de Huar, siendo, durante el viaje, bien atormentados por granizadas i gruesos chubascos de lluvia.

Una vez en la isla, se hicieron las dilijencias para arrendar un botecito con cuatro vogadores isleños, para que nos ausiliasen en el rio Puelo; pues los huarunos son los únicos que conocen parte del rio, siendo a la vez los hombres afamados para las luchas cuerpo a cuerpo con que desafian las torrentosas aguas de los rios de cordillera.

El 12, como dia de grandes mareas, dejé a Quetru, mui de ma-