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14 años que hacian tres viajes diarios al astillero conduciendo los durmientes que labraban sus padres. De la misma manera, un viejecito de 65 años hacia tambien sus viajes cargando los durmientes con la misma soltura que los muchachos.

El ciprés no es abundante en el estero de Reloncaví; pero hai localidades reducidas donde se encuentran manchas de él dignas de esplotacion. Aparte de la ya mensionada se encuentran en Cuitúe, Chaica, Contao, San Luis, Cajon, Reloncaví i otros puntos, ocupando siempre la zona de los alerces i entremezclados con ellos. El ciprés prefiere siempre los llanos i especialmente las rejiones húmedas. Las costas de Huelmo, Ilque i otras de la parte continental del occidente, tienen tambien ciprés aunque no abundante i cerca de la marina. El alerce de esas costas se encuentra mas internado que el ciprés.

Cuando el ciprés se encuentra mezclado con el alerce, lo que suele ser comun, se les distingue fácilmente por ser mas blanquecinos sus troncos i mucho mas pelados i compactos. Por otra parte, el color de su follaje es tambien mas claro que el del alerce. Por lo demás, la fisonomía de las plantas es idéntica i solo el esperimentado ojo del maderero pueden distinguirla sin error.

El 27 al amanecer dejamos el puertecito en que habíamos vivaqueado dirijiéndonos estero afuera. El viento sur no tardó en salimos por la proa, obligándonos a entrar al caleton denominado Cajon, para esperar la bonanza. Contrariado así por el viento, me acompañé del señor Tellez i nos encaminamos por la senda de los madereros que conduce al alerzal. La senda era pésima i compuesta de continuados cuicuyes colocados siempre sobre planos mui inclinados i a veces formando escalerillas sobre las laderas, camino imposible para otras personas que los tableros. Anduvimos poco mas de un cantotun, i durante la odiosa marcha, vimos bajar algunos hombres con uno o dos durmientes a cuesta, que pesan cada uno de 22 a 30 quilógramos, todos ellos a ese paso que les es característico i que puede llamarse de trote.

Durante el corto rato de observacion en que permanecimos, pudimos ver a una jóven como de 20 a 22 años, que a un paso con mucho mas veloz que el llevado por los hombres, descendia la escabrosa senda conduciendo su durmiente i sin revelar en su fisonomía la menor expresion de cansancio. La sorpresa que nos