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el chucao [1]: bromas festivas i variadas a que se entregan libremente para olvidar el cansancio del dia i sus rudas penalidades. A esa misma hora el puertecito estaba alegre i lleno de movimiento. Las cocinas en actividad preparaban el cocinado único del tablero; las vihuelas se tañian en los cuarteles tocando alegres bailes populares con notable gusto; dos lanchas cargaban durmientes a fin de emprender viaje, i en fin, todo era alegría, actividad. No parecía que durante la semana última hubiesen estado entregados al mas penoso e incesante trabajo.

A las oraciones, habiendo calmado el viento sur, dejamos el encierro del Cajon, siguiendo estero afuera, llegando después de las diez de la noche a Manihuico, lo que nos dejaba en franquía para atravesar el golfo con cualquier tiempo.

El 28 mui temprano seguimos viaje hácia Puerto-Montt, donde llegamos a las doce del dia, después de seis horas i média de boga continua.

Es cosa bien sirgular el carácter de los vientos del sur en estas rejiones. Mientras nosotros esperimentábamos temporales en el estero de Reloncaví los dos dias últimos, sin darnos tregua, en el seno del mismo nombre i en Puerto-Montt reinaba una calma perfecta, segun fuimos informados a nuestro arribo, i este fenómeno es bien común.

  1. El Chucao o Chucau (Pteroptochus rubecula), del cual se han ocupado algunos viajeros, es una avecita pequeña i de color café tostado que solo habita los solitarios bosques. Aparte de las propiedades que le atribuyen las jentes del sur, es el acompañante inseparable del viajero en el bosque i el único viviente que hace oir sus monótonos i bruscos ecos, en la espesa selva. Los madereros le suponen nueve cantos diversos: algunos de ellos nos fué posible precisar, durante nuestras largas peregrinaciones.

    Algunos de sus cantos producen efectos desagradables en el tablero, que los manifiesta por medio de imprecaciones súbitas i simultáneas a los ecos del Chucao. Otros son de júbilo, por predecirles felicidad, buen viaje, buen tiempo, etc.; en fin, otros son de indiferencia. No obstante, sus nueve tonos son escuchados por el viajero, i el frecuente cantor produce impresiones diversas segun el acento que ejercita.

    Algunos creen que el Chucao tiene tales fuerzas que puede detener a un robusto maderero en medio de la montaña i hasta conducir la carga del viajero; por lo que es comun oir decir a aquellas jentes, elojiando la agudeza i poderío de la pequeña avecita: «Bien haya el poder que Dios le ha dado.—».«El Chucao cantó bien, no hai cuidado, adelante.—!» «Qué mal cantó el hij...........»! «Tendremos mal viaje o mal tiempo.»

    Durante la esploracion del rio Puelo, la jente tenia mas fe en el canto del Chucao que en las indicaciones del barómetro metálico que llevábamos con nosotros; pero a la larga creyeron observar que éste i aquél acusaban igualmente los pronósticos del tiempo, por lo que en breve se hizo refran entre ellos de que «el Chucao anda pala a pala con el sistema métrico,» nombre con que habian calificado al aneroide. Tales preocupaciones las aceptan por falta de otros sucesos: pocos creen de buena fé al agorero de los bosques; pero lo escuchan como un medio de alterar la monotonía selvática, i para producirse impresiones varias en medio de la vida salvaje de los bosques.