Página:Estudios de lírica contemporánea.djvu/15

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centro formal del discurso. estrofa y nada cierra la segunda. Y en la misma posición sintáctica y semántica: uno y otro funcionan como resumen y culminación del sentido de la estrofa. La puntuación que organiza a “amor” y la que organiza a “nada", insiste en la indeterminación. La función sintáctíca de una y olra es, como hemos indicado, la misma. Pero “amor” está separado por dos puntos y “nada” por un punto. Son lo mismo y no son lo mismo. Esta línea del sintagma que hemos diseñado “amor”, “nada” culminan al ■nal de la estrofa cuana, en el momento en que el discurso termina su descripción ontológica: Nada está en la misma situación prosódica que amor. Amor cierra la primera de gozar, de amar, sin nombre. Gozo, amor, delicia lenta nada, amor. La estrofa tercera, aún dentro de la inestabilidad que con■gura la situación de la fuerza ilocutiva, se mantiene dentro de una organización corriente de la lengua. Pero el sentido, la signi■cancia, se desentiende de ese nivel y proviene de las connotaciones que paradójicamente propone. Los elementos del mundo físico no tienen conciencia de su vivir, mientras los hombres la tienen. Este tener conciencia supone una cierta superioridad del ser humano, pero la pregunta supone una superioridad del no tener conciencia, de no saber su nombre. El ser que el discurso pre■ere es el ser del mundo físico, que no tiene conciencia, que no tiene cultura, que no tiene “nombres" que consoliden esa cultura. El ser que es plenamente su ser, sin esforzarse por ser. Los seres que no tienen “encima” nada sobre el “puro soplo que son”. El ser que el discurso propone es un ser que rechaza la cultura heredada, como el ser de Nietzche, de Rimbaud, de los surrealistas, como en general el ser de las corrientes de vanguardia. La estrofa cuarta, además de lanzar el mundo hacia la posibilidad, hacia el porvenir aleatorio, con■nna conceptualmente el sentido connotado en la estrofa tercera. Los cuatro sintagmas que integran el paradigma son: tener o no tener nombre, tú, que lo alienan, la realidad, “todo”, podría esplender con plenitud: con todo su ser, con el “puro soplo” que es: primero, inicial, inventado, intacto. Si el receptor, el tú, no tuviera todas esas formas de la historia que lo pervierten, 14 Esta “nada", además, aparece en el centro de la estructura pamdigmática, en el