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Página:Estudios históricos por Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XVI (1879).pdf/425

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Federico el Grande.

tro se demudó tanto y su cuerpo enflaqueció de tal manera, que al pasar por Leipsick de vuelta de Bohemia el pueblo apénas lo conocia. Lo abandonó el sueño; á pesar de todos sus esfuerzos, gruesas lágrimas surcaban sus mejillas á cada momento, y su espíritu angustiado comenzó á no ver sino es en la muerte el remedio á tanta desgracia y deshonra como lo abrumaba; y como se habia propuesto no caer prisionero de sus enemigos, ni suscribir jamás tratados de paz que lo hicieran descender del rango que ocupaba entre las grandes potencias de Europa, y se hubiera convencido de que sólo el suicidio podia libertarlo de todos los males y daños presentes y futuros, se asió á esta esperanza de la desesperacion. No hizo misterio de su pensamiento á las personas que lo rodeaban, y desde aquel entónces llevó consigo un activo veneno que acabara con su vida en el punto mismo que lo creyera él necesario.

Pero no describiríamos sino de una manera imperfecta el estado moral de Federico si omitiéramos aquellas singularidades cómicas y extrañas que tanto contrastan con la gravedad, la energía y la dureza de su carácter. ¿Cuál de los dos elementos predominaba en la obra que se ponia en escena en aquellos instantes? ¿El cómico ó el trágico? Difícil es determinarlo; porque áun en medio de sus mayores contratiempos, desgracias y catástrofes, Federico prosiguió haciendo emisiones de versos sobre todos los asuntos posibles; que su pasion por la poesía, en vez de disminuir, aumentó siempre, y en los momentos mismos en los cuales lo acosaban sus enemigos y recibia uno en pos de otro rudos golpes capaces de abrumar y quebrantar el ánimo más fuerte, cuando despechado y lleno de rabia el co-