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Página:Estudios históricos por Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XVI (1879).pdf/437

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Federico el Grande.

grienta, y por ninguna parte se hicieron prisioneros, porque las razas germánica y scita seguian aborreciéndose de muerte, y además el estrago hecho por los rusos habia enardecido sobre toda ponderacion así al Rey como á sus prusianos, que derrotaron por completo al enemigo, y dejaron libres de todo riesgo las fronteras orientales de su patria durante algunos meses.

Federico habia llegado al zenit de su gloria militar, derrotando en el corto espacio de nueve moses, en tres batallas, á los ejércitos de tres poderosas monarquías, cual eran la Francia, el Austria y la Rusia; pero, en cambio, debia verse sometido su carácter á las pruebas más rudas y terribles, porque así se veria humillado, como enaltecido fué de la fortuna. En efecto, á la serie brillante de triunfos que acabamos de enumerar, sucedió una serie de catástrofes tan espantable que otro caudillo que no él, hubiera perdido su reputacion y experimentado profundo y mortal dolor. Sin embargo, Federico excitó siempre, áun en medio de las circunstancias más graves y de mayor peligro, el respeto y la admiracion de sus vasallos, de sus aliados y de sus enemigos, porque en toda ocasion adversa, lo mismo cuando sucumbia bajo el peso de sus desgracias, que cuando el hastío de la vida se apoderaba de su ánimo, en fuerza de padecer, luchaba con vigor sobrehumano, pareciendo más grande y poderoso todavía en la derrota, en la fuga misma, en medio de las ruinas y desastres que lo rodeaban, y cuando ningun auxilio esperaba, que en los campos de batalla de sus más gloriosas victorias.

Así que hubo desbaratado á los rusos, corrió á Sajonia para combatir las tropas de la Emperatriz, que se hallaban á la sazon bajo las órdenes de los