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Página:Estudios históricos por Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XVI (1879).pdf/441

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Federico el Grande.

prudente y apreciable de los doscientos cincuenta sucesores de San Pedro, y ocupara la Santa Sede en el corto intervalo que separa su pontificado del de su discípulo Ganganelli, el cardenal Rezzonico, que se llamó Clemente XIII, queriendo éste auxiliar en algun modo á la católica María Teresa contra el heresiarca Federico, bendijo solemnemente el dia de Navidad una espada con rica bandolera, un sombrero de terciopelo carmesí guarnecido de armiño y una paloma de perlas, místico símbolo del celestial dispensador de todo consuelo divino, y con gran pompa envió estos objetos al mariscal Daun, vencedor de Kolin y de Hochkirchen. Cierto es que los Papas habian otorgado á las veces semejantes muestras de distincion á los más ilustres campeones de la cristiandad, como por ejemplo, á Godofredo de Bouillon, al duque de Alba y á Sobieski; pero los presentes que recibia el baron del Santo Sepulcro en el siglo XI con grande acatamiento, y que todavía conservaban cierto valor en el XVII, sólo excitaron malignas sonrisas en una generacion que leia las obras de Montesquieu y de Voltaire. Federico escribió algunas sátiras picantes, así sobre la donacion como sobre el donador; pero la opinion pública de Europa no habia menester de las rimas del reypoeta para que la Santa Sede comprendiera que habia pasado la época de las cruzadas á juzgar por su conducta en aquel caso.

Acababa de inaugurarse la cuarta campaña, que fué la más desastrosa de la guerra de los Siete años.

Los austriacos invadieron la Sajonia y amenazaron á Berlin, y los rusos derrotaron á los generales prusianos en el Oder, avanzaron sobre la Silesia, se reunieron con Laudohn y se atrincheraron fuertemente en Kunersdorf. Federico fué á ellos y les dió