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Página:Estudios históricos por Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XVI (1879).pdf/449

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Federico el Grande.

profundamente conmovido, y poniéndose en pié en el carruaje, gritó varias veces: «¡Viva mi pueblo querido! ¡Vivan mis hijos!» Pero en medio de la pompa y de las demostraciones de alegría de aquella fiesta, veíase por todas partes la huella de los estragos terribles de la guerra. La capital habia sido tomada y saqueada diferentes veces, y su poblacion estaba en notable descenso. Así y todo, era Berlin la ciudad que ménos habia sufrido en el reino. Las contribuciones forzosas que hubo de pagar la Prusia al enemigo durante los pasados siete años, ascendian á 500 millones de pesetas, y el valor de los objetos destruidos excedia con mucho de esta cantidad: los campos estaban yermos; la semilla se habia consumido en un momento de necesidad; ganado no existia, que las enfermedades y el hambre lo acabaron; más de miquinientas casas yacian en ruinas; la sexta parte de la poblacion masculina, en aptitud de empuñar las armas, habia sucumbido durante la guerra, y el censo total de los habitantes del reino bajado un 10 por 100. En algunas provincias sólo se veian mujeres haciendo las labores campestres, y en otras cru: zaban los viajeros aldeas abandonadas sin descubrir un solo sér viviente. El curso de la moneda sufrió depreciacion considerable; las leyes carecian de fuerza, los magistrados de prestigio y de autoridad; los resortes del Gobierno estaban distendidos ó rotos, y el ejército mismo en completa desorganizacion, como que no habia sido posible reemplazar los generales y jefes muertos en los campos de batalla, que al fin de la guerra la falta de soldados hizo necesario admitir á todo el que se presentó con voluntad de alistarse y que se contaban batallones enteros formados de prisioneros ó desertores. Tal