á las ruinas se resistan á la faena de excavación de sepulcros, que ellos suponen, y muchas veces con razón, sean de sus antepasados.
Temen la cólera de éstos que se manifiesta según ellos, por graves enfermedades y aún por la muerte de los profanadores ó por fenómenos meteorológicos de sequías y heladas que afectan y destruyen sus cosechas.
Es de desesperar contra la obstinación de las gentes, pero también es menester tener mucho cuidado en la réplica á fin de poder convencerlos, tocándoles el amor propio, halagándoles con buena paga y regalos suplementarios de coca, alcohol, cigarros, pan y mil otros pequeños obsequios para que la avaricia y el vicio puedan más que la superstición y venzan al fin su repugnancia, algunas veces tan obstinada, que más de uno trabaja con verda-