138 Margarita Eyherabide
dido en tan angustioso momento, á los labios de la joven?
Esa mañana. Arasi. aún feliz y aún encantada de su felicidad, bordaba... cuando vió entrar como una flecha, á un pájaro oscuro de hermosa cabeza roja, que dió contra los vidrios de la ventana y allí, batió las alas con furia, audaz en su impotencia.
Arasi tiró el bordado, corrió hacia las puertas. cerrólas y gritó con voz llena y sin perder de vista al lindo pájaro:
— ¡Vengan!... ¡mamá, todos!... ¡Vengan á ayu- darme á cerrar para que no se escape este hermoso intruso!
A los gritos. acudió presurosa doña Delia y tras ella un negrito, criado desde pequeño en la casa.
—¡Ahi— gritó el negro al ver el animalillo — ¿con qué había sido semejante bicho? —la faca, la faca... voy á cortarle el pescuezo.
— Pero, exclamó Arasi — ¿cómo te atreves á pronunciar en mi presencia una palabra tan grose- ra? — Te guardarás muy bien de hablarme de ese modo ¿sabes ?
El negrito era muy consentido y mirando á Ara- si... La señorita no adivina como se llama ese pájaro — dijo — dando un brinco para ver si así lograba apresarlo entre sus manazas.
— Yo lo quiero para mí — exclamó Arasi, con autoridad mirando al animalitó que daba con la cabeza aquí, y allá, en el cielo raso y en las pare- des, sin detenerse un segundo. ¿Lo oyes bien?— añadió —¡yo lo quiero para mí!
— ¿Quiere la señorita, cuidar un bicho de mal agiiero?—Ah, sinvergijenza, pica-pau — ¿eh diabu?