Amir y Arasi 151
todo; díme tan sólo que es cierto lo que aún se ofre- ce á mi corazón como una duda y todo habrá acaba- do entre los dos.
Una última palabra tuya y nuestra separación será eterna.
Árast.
¡Ah! — murmuró la joven al terminar esta carta. — ¡Dios tiene una ley única, irrefutable!... Si ella no lo anota, nulo es el porvenir presentido con el corazón!
Arasi añadió: — ¡Dios mío! yo le amo. ¡Qué arrobamiento inefable trae á mi alma el recuerdo de sustamores!... —¿Qué vá á ser de mí?... Voy á morir; si no me ama, moriré.
¡Ay! y Arasi murmuró: — ¡es muy horrible pen- sar que todo fué mentira, es muy desgraciado borrar del alma ilusiones sagradas!
Las que conservo aún ¿tendrán que borrarse para siempre? — ¡Ay, Amir! quiero desechar tu imagen pero torna rápida á mi imaginación y acabo por pro- nunciar mil veces ta nombre!
Sin embargo, si es cierto que no me amas, aunque te ame siempre. no quiero que lo sepas, no quiero que lo adivines siquiera. ¿No soy acaso bella y buena ?
¿Qué otra mujer te brindará mi amor? ¡Malo!..
¡ingrato!... — ¡Pero no!— criatura amada, ser adorado. Amir querido ¿quién será un día, tu es- posa? —- ¿quién mi esposo? Nosotros no podemos ya
ser el uno del otro. ¡ Aberración! — nacidos para amarnos no podemos querernos ¿y por qué no pode-