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Amir y Arasi 169

CAPÍTULO X

Voluntarioso como un niño mimado es el pensa- miento; y cuando lo manda el corazón... ¡entonces su capricho es inexpuenable!

El corazón de Amír está todo lleno de una silueta y el alma del joven... ¡esta toda llena de sombras!

Amar, es vishambrar un paraíso que se necesita conquistar.

Amir, en la soledad de su cuarto, no puede dejar de sentir mas intensamente la amargura que lo rinde, como una tirana.

Pero el mas tirano de todos los tiranos es el dios «Lmor, sin duda, que lucha traidoramente en su cora- zón, (ue se defiende, con lógicas de mártir.

En la revolución que plantean sofísticamente sus afanes y sus decepcior:cs, vence sin inquisitorias, el deber.

-- Frases desesperantes brotan de los labios del jo- ven: ¿Me amará aún? ¿me recuerda? ¿sufre?


¡Pero soy un infame, un infame que la ha aban- donado, un infaem que sólo piensa en sus con- veniencias!

Al emitir su voz estas palabras, siente Amir el fu- ror «dle la tormenta que es fiebre de todos sus dolores v añade con humor cáustico y rudo:

¡Abandonarla!... la voz del corazón me lleva á ella, pero el acento de la dignidad me retiene en la ausencia!..

No obstante, no verla, es insufrible. Me conformará saber que aún es feliz y que el paso fugaz de la