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184 Margarita Eyherabide
Rió fuertemente y Arasi quiso secundarla. Sus francas carcajadas se unieron; desfalleció la de Luisa y la de Arasi siguió más retozona...
Retozona y vibrante, aquella risa no era natural, hacía daño y á impulsos de ella brotaban lágrimas de los ojos de la desgraciada niña.
Luisa se asustó. ¿Qué tienes
2 —la dijo — ¡Que risa nerviosa! Arasi, ¿que tienes ?
— Déjame... murmnró Arasi con voz apagada y dulee, y rompió á llorar.