220 Margarita Eyherabide
Y aún, lector, escribirás un tanto desdeñosamen- te, al pie de esta confesión mía: ““ Falta de conoci- miento práctico de la vida””.
'Tú puedes pedirme todo eso, porque, estás auto- rizado para hacerlo, pero... lector, te ruego que, por bondad única, no seas conmigo demasiado exigente.
— Y bien ¡no! me contradigo. Si yo tengo la audacia de someterme á tu juicio crítico, tú tienes el derecho de anonadarme con tu indiferencia, que es tu desprecio de intelectual. Y, un tanto mohina ; añado: — Lector, el señor Progreso, no dormía; el poderosísimo y respetabilísimo señor, descansaba solamente.
Y aquí pienso, lector, que tú también eres respe- tabilísimo. Yo no soy la reina de mi intelecto; tú, eres el rey de mi entendimiento... porque eres su juez.
No olvides, lector, al señor Progreso y atiéndeme aún ¿quieres?