Amir y Arasi 221
CAPÍTULO XVIIL
Por expreso llamamiento del tío Jorge, Amir hizo un viaje 4 Montevideo. Arasi estaba anémica y maniática y César le
recetó un cambio de aires y, aprovechando la ausen- cia del joven, Arasi fué á pasar una temporada á la casa blanca.
A la caída de la tarde, cuando en melancólica armonía, las sombras envuelven lentamente la tie- rra. Árasi sale sola al campo y camina con peso ligero hasta alejarse de la casa. Alí, clava la vista en la dirección del río y, tristemente, deja vagar la mi- rada como en un completo ensimismamiento. ¡Parece un hada caprichosa! Si las sombras no fueran tan densas, vería, allí, en frente, los árboles que prestan gracioso marco á su morada, en la Estanzuela.
—- Una melancolía tranquila se pinta en su gra cioso semblante. -—¡ Ah! Luisa, murmura como si estuviera soñando — estoy más triste que estas som- bras. No tengo apego á- la vida. no amo la vida, qui- siera morir. Y. como si creyera sentir la candoross voz de Luisa, añade: —¡Tan joven y morir! Pero nada me entusiasma, nada me interesa; —todo es
para mí, insulso, pálido ¡todo sin color!
Una visión pasó ante sus ojos. El rostro de la joven se inmutó.
— ¡Ah madre mía! — murmuró — ¿Morirás si yo muero? — Madre, ¡déjame morir! — y, lentamente, se dejó caer sobre el césped; — de su garganta bro- taron sollozos convulsivos.