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Amir y Arasi 15

Allá por Artigas, conseguí vender el casal de pollos negros — añadió. Y erea la patrona; la venta es esperanza, pues eso de cosas negras, aunque sean pollos ó ticholos ó pasas, siempre son un poquito fuerte ó un poco de mal agúiero... ¿cómo diré? — ¡Un poco cuesta arriba ¿no le parece á osté, patron- cita? — un poco cuesta arriba como decía mi padre que Dios tenga en su santa gloria. — Y Panchito terminó su peroración, diciendo por lo bajo, por no traer un mal recuerdo á la mente de su señora: — Junto con el bueno del señor don Alvaro, que es para sentirse que se haya muerto tan pronto.

Está demás decir que doña Jova no había escu- chado una sola palabra del afable discurso y sólo repasaba en la memoria una idea que era para ella, una preocupación: Sólo el casal de pollos negros ó lo que era lo mis mo. una bagatela, una bobada.


Amir, demostrando marcadísima afición al estu- dio, pasaba muchas horas en su dormitorio donde había colocado el armario de pino que le servía de biblioteca. También era el joven apasionado por los viajes; con un gran mapa y una geografía se entretenía grandemente, en franca consulta. Ser- víase del índice, como regla, para señalar el trayec- to que quería recorrer con la imaginación. Por aquí, por aquí... murmuraba, á medida que adelantaba el índice en la línea del papel .

Luego lo dejaba correr paulatinamente y, sin darse clara cuenta, el dedo estaba señalando la