Amir y Arasi 9
Panchito alargó los labios á manera de hocico de liebre y comenzó á decir:
— Pué, aquel día, hermana Trinidad estaba en la cocina, haciendo arroz con leche. Entoavía me acuerdo que era un domingo.
Pué, y como yo iba diciendo, eya estaba haciendo arroz con leche y yo me le planté al lao.
Eya no me dijo nada y yo no le dije nada á eya.
Cuando el arroz estaba cuasi pronto, se agachó pa arrimarle mas leña al fuego y yo... ¡de armada.!... caso la oya po el asa y disparo derechito al campo. ¡Y eya atrás! ¡ Y con un palo machaso!...
— ¡Pucha! yo salté aligerito un cerco y mien- tras eya se enredó en las uñas de gato, yo, come que te come.
Cuando eya saltó pa éste lao del cerco yo salté pal otro lao; y yá saltó eya pa acá y yá salté yo pa ayá. Y á cada salto yo me comía dos cucharadas. ¡Probesita Trinidad! ¡Me comí media o0ya! y cuando ya estaba hasta aquí ¡yeno! ¡yeno!, tiré la oya y salí disparando pal campo.
— Don Alvaro se había echado á reir, al escuchar el relato de su interlocutor. 5
— ¿Y por qué no te llevaste la olla entera? le dijo como saboreando de antemano la gracia de la respuesta.
— ¡Y sí que debía haber hecho eso ¿verdá patrón ? — ¡ Lástima la probesita Trinidá!
— ¿Y tu padre? ¿qué te hizo tu padre?
— ¿Padre?... —A la nochesita golví á casa y me acosté, porqué creí que él ya estaba dormido, pero, patrón, no estaba y me vido y ¡qué marimba!... como usted dice, patrón: ¡fenomenal!
—Entoavía, patrón — continuó: entoavía tengo