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LIBRO TERCERO.


DE LAS FÁBULAS DE FEDRO.


PRÓLOGO.


A Euthico.

Si deseas, ó Eutycho, leer los libritos de Fedro, menester es, que te desocupes, para que desembarazado el ánimo, perciba la energía del verso. Pero me dices: no es tan apacible tu ingenio, que por él haya de faltar ni un punto de tiempo á mi empleo. Segun eso, no hay razon para que toquen tus manos lo que no se hizo para oídos distraidos. Dirás acaso: vendrán algunos dias feriados, que me llamen á este estudio, estando el corazon desahogado. ¿Mas qué? leerás entonces estas despreciables vagatelas, antes que atender á tu familia, pagar las visitas á los amigos, conversar con tu muger, esparcir el ánimo, dar descanso al cuerpo, para volver con mas brio á tu ministerio? Mudar tienes de idea y modo de vivir, si deseas entrar en el templo de las musas. Yo, á quien mi madre parió en el monte Pierio, en donde la ninfa Mnemosyne dió á Júpiter Tonante el coro de las nueve musas; en medio de haber nacido casi en esta

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