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LIBRO CUARTO
FÁBULA III
EL CAZADOR Y LA PERDIZ
Una Perdiz en zelo reclamada,
Vino á ser en la red aprisionada.
Al Cazador la mísera decia:
Si me das libertad, en este dia
Te he de proporcionar un gran consuelo.
Por ese campo extenderé mi vuelo:
Juntaré á mis amigas en bandada,
Que guiaré á tus redes engañada,
Y tendrás, sin costarte dos ochavos,
Doce perdices como doce pavos.
¡Engañar y vender á tus amigas!
¿Y así crees que me obligas?
Respondió el Cazador; pues no, señora :
Muere, y paga la pena de traidora.
La perdiz fué bien muerta, no es dudable;
La traicion, áun soñada, es detestable.
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