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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/106

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Domingo F. Sarmiento

porque las fórmulas legales son el culto exterior que rinde á sus ídolos: la constitución, las garantías individuales.

Su religión es el porvenir de la República, cuya imagen colosal, indefinible, pero grandiosa y sublime, se le aparece á todas horas cubierta con el manto de las pasadas glorias y no le deja ocuparse de los hechos que presencia. Estoy seguro de que el arma de cada unitario degollado por Rosas, ha abandonado el cuerpo desdeñando al verdugo que lo asesina y aun sin creer que la cosa ha sucedido. Es imposible imaginarse una generación más razonadora, más «deductiva», más emprendedora, y que haya carecido en más alto grado de sentido práctico. Llega la noticia de un triunfo de sus enemigos; todos lo repiten, el parte oficial lo detalla, los dispersos vienen heridos. Un «unitario» no cree en tal triunfo, y se funda en razones tan concluyentes, que os hacen dudar de lo que vuestros ojos están viendo. Tiene tal fe en la superioridad de su causa, y tanta constancia y abnegación para consagrarle su vida, que el destierro, la pobreza, ni el lapso de los años entibiarán en un ápice su ardor.

En cuanto á temple de alma y energía, son infinitamente superiores a la generación que les ha sucedido. Sobre todo, lo que más los distingue de nosotros son sus modales finos, su política ceremoniosa, y sus ademanes pomposamente cultos. En los estrados no tienen rival, y no obstante que ya están desmontados por la edad, son más galanes, más bulliciosos y alegres con las damas que no lo son sus hijos.

Hoy día las formas se descuidan entre nosotros á medida que el movimiento democrático se hace más pronunciado, y no es fácil darse idea de la cultura y refinamiento de la sociedad en Buenos Aires hasta 1828. Todos los europeos que arribaban, crefan hallarse en Europa, en los salones de París; nada faltaba, ni aun la petulancia francesa, que se dejaba notar entonces en el elegante de Buenos Aires.

Me he detenido en estos pormenores para caracterizar la época en que se trataba de constituir la República, y los elementos diversos que se estaban combatiendo. Córdoba, española por educación literaria y religiosa, estacionaria y hostil á las innovaciones revolucionarias; y Buenos Aires, todo novedad, todo revolución y movimiento, son las dos faces prominentes de los partidos que dividfan