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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/130

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Domingo F. Sarmiento

pada un corte al nudo gordiano en que había venido á enredarse toda la sociabilidad argentina; dando una sangría, quiso evitar el cáncer lento, la estagnación; poniendo fuego á la mecha, hizo que reventase la mina por la mano de unitarios y federales preparada de mucho tiempo atrás.

Desde este momento nada quedaba que hacer para los tímidos, sino taparse los oídos y cerrar los ojos. Los demás vuelan á las armas por todas partes; el tropel de los caballos hace retemblar la pampa, y el cañón enseña su negra boca á la entrada de las ciudades.

Me es preciso dejar á Buenos Aires para volver al fondo de las demás provincias á ver lo que en ellas se prepara. Una cosa debo notar de paso, y es que López, vencido en varios encuentros, solicita en vano una paz tolerable, que Rosas piensa seriamente en trasladarse al Brasil. (1) Lavalle se niega á toda transacción, y sucumbe.

¿No véis el unitario entero en este desdén del gaucho, en esta confianza en el triunfo de la ciudad? Pero ya lo he dicho, la «montonera» fué siempre débil en los campos de batalla, pero terrible en una larga campaña. Si Lavalle hubiera adoptado otra línea de conducta, y conservado el puerto en poder de los hombres de la ciudad, ¿qué habría sucedido?... El gobierno de sangre de la pampa ¿habría tenido lugar?

Facundo estaba en su elemento. Una campaña debía abrirse, los «chasques» se cruzan por todas partes: el aislamiento feudal va á convertirse en confederación guerrera; todo es puesto en requisición para la próxima campaña; y no es que sea necesario hasta las orillas del Plata para encontrar un buen campo de batalla, no; el general Paz, con ochocientos veteranos, ha venido á Córdoba, batido y destrozado á Bustos, y apoderándose de la ciudad, que está á un paso de los Llanos, que ya asedian é importunan con su algazara las montoneras de la sierra de Córdoba.

Facundo apresura sus preparativos; arde por llegar á las manos con un general manco, que no puede manejar una inza ni hacer describir círculos al sable. Ha (1) Tengo estos hechos de don Domingo de Oro, quien estaba por entonces al lado de López. y servía de padrino á Rosas, muy desválido para con aquél en aquellos momentos.