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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/156

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Domingo F. Sarmiento

DOMINGO F. SARMIENTOla muerte no cerrará sus ojos antes de ver salir para Buenos Aires una caravana de carretas cargadas en el fondo de la América con la preciosa producción que ha hecho por tantos siglos la riqueza de la China, y que se disputan hoy las fábricas de Lyon, París, Barcelona y de toda la Italia. ¡Gloria eterna del espíritu unitario, de ciudad y de civilización! Mendoza, á su impulso, se ha anticipado á toda la América española en la explotación en grande de esta rica industria (1). Pedidle al espíritu de Facundo y de Rosas una sola gota de interés por el bien público, de dedicación á algún objeto de utilidad; torcedlo y exprimidlo, y sólo destilará ulsangre y crímenes!» Me detengo en estos pormenores, porque en medio de tantos horrores como los que estoy condenado á describir, es grato pararse á contemplar las hermosas plantas que hemos visto pisoteadas del salvaje inculto de las pampas; me detengo con placer, porque ellos probarán á los que aun duraren, que la resistencia á Rosas y su sistema, aunque se haya hasta aquí mostrado débil en sus medios, sólo la defensa de la civilización europea, la de sus resultados y formas es la que ha dado, durante quince años, tanta abnegación, tanta constancia á los que aquí han derramado su sangre ó han probado las tristezas del destierro.

Hay alli un mundo nuevo que está á punto de desenvolverse, y que no aguarda más para presentarse cuán brillante es, sino que un general afortunado logre apartar el pie de hierro que tiene hoy oprimida la inteligencia del pueblo argentino. La historia, por otra parte, no ha de tejerse sólo con crímenes y empaparse en sangre; ni es por demás traer a la vista de los pueblos extraviados las páginas casi borradas de las pasadas épocas. Que siquiera deseen para sus hijos mejores tiempos que los que ellos alcanzan; porque no importa que hoy el canibal de Buenos Aires se canse de derramar sangre, y permita volver á ver sus hogares á los que ya trae subyugados y anulados la desgracia y el destierro.

Nada importa esto para el progreso de un pueblo. El mal que es preciso remover, es el que nace de un gobierno (1) El éxito final no ha justificado tan halagüeñas esperanza 1, lá Industria de la seda languidece hoy en Mendoza, y desaparecerá por falta de fomento. (Nota de la edición de 1851).