Ir al contenido

Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/159

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
159
Facundo

amados salvajes, sienta plaza en el ejército en su grado de alférez, y tan buena maña se da y tantos sablazos distribuye, que al fin de la campaña es capitán graduado de mayor y uno de los predilectos de Lavalle, el catador de valientes. En Puente Márquez deja atónito al ejército con sus hazañas, y después de todas aquellas correrías, queda en Buenos Aires con los demás oficiales de Lavalle. Arbolito, Pancho el ñato, Molina y otros bandidos de la campafia, eran los altos personajes que ostentaban su valor por cafés y mesones. La animosidad con los oficiales del ejército era cada día más envenenada. En el café de la Comedía estaban algunos de los héroes de la época, y brindaban á la muerte del general Lavalle: Navarro, que los ha oído, se acerca, tómale el vaso á uno, sirve para ambos, y dice: «¡tome usted á la salud de Lavalle!» Desenvainan las espadas y lo dejan tendido. Era preciso salvarse, ganar la campaña y por entre las partidas enemigas llegar á Córdoba. Antes de tomar servicio, penetra tierra adentro á visitar á su familia, á su padre político, y sabe con sentimiento que su cara mitad ha fallecido. Se despide de los suyos y dos de sus deudos, dos mocetones, el uno su primo y su sobrino el otro, le acompañan de regreso al ejército.

De la acción de Chacón traía un fogonazo en la sien que le había arreado todo el pelo y embutido la pólvora en la cara. Con este talante y acompañamiento, y un asistente inglés tan gacho y certero en el lazo y las bolas como el patrón y los parientes, emigraba el joven Navarro para Coquimbo; porque joven era, y tan culto en su lenguaje y tan elegante en sus modales, como el primer pisaverde; lo que no estorbaba que cuando veía caer una res, viniese á beberle la sangre como un salvaje. Todos los días quería volverse, y las instancias de sus amigos bastaban apenas á contenerlo. «Yo soy hijo de la pólvora decía con su voz grave y sonora; la guerra es mi elemento». La primer gota de sangre que ha derramado la guerra civil, decía otras veces, ha salido de estas venas, y de aquí ha de salir la última». «Yo no puedo ir más adelante, repetía parando su caballo: eché de menos sobre mis hombros las paletas de general». «En fin, exclama otras veces, ¿qué dirán mis compañeros, cuando sepan que el mayor Navarro ha pisado el suelo extranjero sin un escuadrón con lanza en ristre?»