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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/165

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Facundo

un público que le es infinitamente superior. Por eso hemos visto en nuestros días repetirse las extravagancias de Caligula, que se hacía adorar como Dios y asociaba el imperio á su caballo. Era que Caligula sabía que era él el úlmo de los romanos, á quienes tenía, no obstante, bajo su pie. Facundo se daba aires de inspirado, de divino, para suplir á su incapacidad natural de influir sobre los ánimos.

Rosas se hacía adorar en los templos y tirar su retrato por las calles en un carro, á que iban uncidos generales y señoras, para crearse el prestigio que echaba de menos.

Pero Facundo es cruel sólo cuando la sangre se le ha venido á la cabeza y á los ojos, y ve todo colorado. Sus cálculos fríos se limitan á fusilar á un hombre, á azotar á un ciudadano; Rosas no se enfurece nunca, calcula en la quietud y el recogimiento de su gabinete, y desde allí salen las órdenes á sus sicarios.

FACUNDO

CAPÍTULO VIII

Guerra social.


Ciudadela Les habitants de Tucumán finissent leurs journées par des réu nions champêtres, oú á l'ombre de beaux arbres improvisent, au son d'une guitarre rustique, des chants alternatifs dans le genre de ceux que Virgile et Théocrite ont embellis. Tout, jusqu'aux prénoms grecs rappelle au voyageur étonné l'antique Arcadie.

MALTE—BRUN.

La expedición salió, y los sanjuaninos federales, y mujeres y madres de unitarios, respiraron al fin, como si despertaran de una horrible pesadilla. Facundo desplegó en esta campaña un espíritu de orden y una rapidez en sus marchas, que mostraban cuánto lo habían aleccionado los pasados desatres. En veinticuatro días atravesó con su ejército cerca de trescientas leguas de territorio, de